viernes, 20 de enero de 2012



En busca de la Rentabilida  Perdida

 Escrito por
Daniel E. Cagliero
Los ejes en las organizaciones modernas
El ritmo que se impone en las organizaciones modernas, con la necesidad de resolver
cada vez más rápidamente para responder y adaptarse a un entorno en constante
cambio, muchas veces conspira contra la construcción de un crecimiento
genuinamente rentable. La rentabilidad puede quedar entonces expuesta a variables
macroeconómicas o factores aleatorios toda vez que se pierde el foco sobre este valor.
Ganar participación de mercado, aumentar los volúmenes de venta son los ejes
principales por los que se movilizan los equipos de venta que muchas veces ven
subordinada su existencia a la evolución de estas variables. Que en realidad no son
valores en sí mismos, sino piezas tácticas que deben conducir al principal valor sobre
el que debe sostenerse la operación: la rentabilidad. Esa rentabilidad que debe
asegurar a los accionistas un resultado satisfactorio.



No discrepamos con el enfoque de Arie de Geus que en su libro “The Living Company”,
propone una mirada estratégica orientada a desarrollar y preservar los valores de sus
activos humanos. Simplemente reconocemos la necesidad de instalar la conciencia de
rentabilidad en el proceso decisorio, en todos los niveles de la compañía.


La rentabilidad percibida como valor marginal

Hace algunos meses realizamos una serie de encuestas en un conjunto de empresas,
dedicadas a descubrir las prioridades y motivaciones de sus empleados clave. Y el
resultado fue sorprendente al comprobar que la búsqueda permanente de la
rentabilidad aparecía en el quinto o sexto lugar de las preferencias. Desde cada área
se privilegiaban prioritariamente factores relacionados con la naturaleza específica de
su trabajo. Desde Recursos Humanos se exhibía preocupación principal por el
desarrollo de competencias, la retención de los empleados y la creación de un
ambiente y condiciones adecuadas para trabajar. Mientras que en las áreas
tecnológicas se observaba una coincidente preocupación por la permanente
actualización de las herramientas informáticas. En la mayoría de estos casos se
evidenciaba una conciencia muy fuerte sobre la criticidad de los objetivos definidos,
pero incompletos toda vez que no se entienden como caminos o elementos que deben
alinearse detrás de la búsqueda permanente del crecimiento del negocio.

Tomemos como ejemplo esta premisa básica para guiar las decisiones de un área de
atención a clientes: “ofrecer respuestas oportunas y satisfactorias a los reclamos de
los clientes”. Parece incuestionable. Sin embargo, no es precisa y puede ser incorrecta
si no se enfoca adecuadamente. Por ejemplo, no se define a qué precio. El negocio
que pretendemos defender nos permitirá sostener un nivel de dedicación para alcanzar
niveles altos de satisfacción de nuestros clientes, pero no a un precio que comprometa
el beneficio de ese negocio. Las decisiones tendrán sentido siempre que se oriente
directa o indirectamente a defender el negocio.

Philip Kotler observa que una de las deficiencias del marketing es aislarse de las
finanzas, minimizando así conceptos como retorno sobre activos, valor para los
accionistas, valor económico agregado. Y enfatiza la importancia de lo que denomina
“ventas rentables” y sostiene que “no estamos para vender, sino para generar
utilidades para la empresa”, que resume bien nuestro enfoque sobre el tema.



De la comprensión a la acción efectiva
Hemos reconocido hasta aquí la conveniencia de promover una visión más completa.
Sin embargo, existen otros factores que deben considerarse y que influirán sobre el
comportamiento de las personas frente a la necesidad de la búsqueda de la
rentabilidad como eje principal.

Estos factores están relacionados principalmente con los modelos de información y el
criterio utilizados para la evaluación de las operaciones. Mientras los sistemas de
asignación de costos ofrecen refugio seguro para ocultar o distorsionar gastos, esto
conspirará contra el objetivo de promover cambios efectivos hacia la internalización
profunda de la rentabilidad como principal valor. Deben adoptarse, entonces, modelos
que permitan crear cuadros de pérdidas y ganancias en forma individual que permitan
reconocer el impacto de los gastos y esfuerzos destinados a generar negocios frente a
cada pequeña decisión. Se trata de migrar hacia un esquema de administración
responsable forzada por la exposición directa de resultados que representa un
verdadero cambio en la forma de planear y administrar los negocios.


La creación de un nuevo cuadro de valores

El cuadro de valores que sirve como referencia para premiar la gestión variará
entonces para adaptarse a esta nueva modalidad, y a partir de la cual se premiará a
aquellos que sean capaces de generar y mantener negocios genuinamente rentables, y
el sistema se vuelve crítico y frente a la irracionalidad, o toda forma que no resista el
simple análisis de costo-beneficio. Sólo se requiere un explicitación clara y transparente
de las nuevas reglas, que inclusive pueden instrumentarse para impactar sobre la parte
variable de los salarios. Y después de todo, si los negocios y la decisiones de los
accionistas se sostienen sobre el rendimiento genuino de la inversión, ¿por qué
deberían sostenerse valores sobre la gestión individual que se apartaran de este
criterio?. Sin dudas, la adopción de este nuevo sistema de valores es el camino más
corto hacia la rentabilidad.


(*) el autor es:
Socio Principal de World Business Games Argentina
Socio de CBS Network (Brasil)

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